La XV Ruta del Jamón, que este año tenía el recorrido desde Aracena hasta Jabugo (el año que viene tocará hacerla en sentido contrario) es la primera carrera que decidí incluir en mi plan de entrenamiento para el maratón de Valencia. Faltaba casi un mes y medio para el maratrón y mis piernas aún no habían probado muchas tiradas largas, a causa de los duatlones y el triatlón, así que tocaba hacerla como entrenamiento. Elegí esta carrera porque ese fin de semana lo pasaba en la sierra con mi familia y también porque este año el recorrido, con salida en Aracena y meta en Jabugo, era en su mayoría favorable. Así que eso me animó. Luego la realidad me daría un zas en toda la boca, con la trampa de la llegada a Jabugo.
Mi hermano me llevó a la plaza del Marqués de Aracena, donde me costó unos minutos comprar mi dorsal (inscripciones agotadas desde hacía semanas, aunque a mi eso no iba a pararme). Iba a correr solo una carrera desde la salida, algo que no hago muchas veces. Desde luego no iba a acompañar a estos dos paisanos del CA Camas, porque son dos cracks lejos de mi alcance. Uno es Juanlu, triatleta, ironman y organizador del Trisur Media Distancia de Sevilla y el otro es el pedazo de máquina del Basilio, que fue mi compañero del cole y ganador de su categoría en el Trisur.
Bueno pues salida y subida. Hasta la salida de Aracena es un km de subida pronunciada. Yo me coloco en la parte media del pelotón y a sufrir. Acaba pronto, porque nada más salir del pueblo te metes de lleno en la N-433 y la carrera suaviza. Solo se sale de los arcenes de la nacional para entrar en Los Marines y Fuenteheridos y se pasa por Galaroza pero sin salir de la carretera.
Los primeros 8 kms son más o menos llaneando. Hay desniveles, pero pocos teniendo en cuenta que estamos en la sierra. Me muevo todo el tiempo en un ritmo en torno a 4'50". Pero tras el paso por Fuenteheridos (por la misma puerta de Villa Onuba y Villa Irene, las casas de mi amiga Isa donde todos los años pasamos un finde estupendo en otoño) la carretera coge un perfil descendente continuado. Y ahí ya me pongo a correr a 4'30" - 4'40". Tras pasar el cruce con Valdelarco, donde estaba con mi familia pasando el finde, me doy con el subidón de encontrármelos a todos, que se bajan del coche y me animan a saco.
Galaroza tiene la última bajada pronunciada, realmente tantos desniveles, aunque sean de bajada, te rompen las piernas. Pero lo que te rompe de verdad son las pendientes que quedan ya hasta meta. Nada más pasar Galaroza, en el cruce con la N-435, vienen ya un par de pendientes continuas en las que dejas ya el ritmo que traías para otro día. Cuestas largas, rectas, sostenidas aunque no muy pronunciadas. Es el km18 y ahí ya decido que hay que bajar el ritmo. Pero cuando la carrera coge la salida de Jabugo (la salida antigua, entiendo, porque la carretera parece de otro siglo) entonces es cuando empiezas a ver de qué iba esto.
Hasta llegar a meta son 3 kms de carretera con asfalto suelto, agujeros, curvas cerradas en herradura, pendientes de miedo que no suavizan, zonas sombrías... y todo en una subida constante, sin descansos. Un infierno. No tiene otra descripción posible. Anduve en un par de ocasiones, más por imitación que por necesidad, porque cuando adelanté a 15 corredores que iban andando pensé, "aquí hay que descansar". Buff, lo recuerdo como uno los momentos más duros de mis últimas carreras. Ritmo por encima de 6' hasta llegar a las calles del pueblo.
Ya en Jabugo, aunque aún quedan cuestas, te animas porque sabes que queda poco y le metes velocidad a base de corage. Y así llegué a la plaza del Jamón, esprintando y por primera vez, con mi enana en los brazos. Una estampa muy típica en las carreras populares que ya me tocaba protagonizar a mi, no? (por cierto hay fotos de eso?).
Total, 22 kms de entrenamiento por la sierra, que se pueden hacer a un ritmo divertido pero que me tomé con tranquilidad. En este plan me he saltado varias tiradas largas y esto debia de ser eso, una TL más. Con la particularidad del dolor de gemelos que me duró una semana, pero solo eso.
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