El día 4 de noviembre, muy cerca ya de la gran cita de Valencia, decidí irme a Almedralejo a hacer la típica media maratón de test. Suelo hacerla una o dos semanas más alejada de la fecha del maratón, pero bueno, es lo que había. El hecho de decidir irme a mitad de Extremadura era porque allí también estaría mi amigo Manuel, de la Hermandad, ese club virtual de corredores de España y Latinoamérica al que pertenezco y que hacíamos nuestra primera quedada importante en Valencia. Así que a correr la Media Maratón Pablo Villalobos e intentar hacer marca personal.
Tras hora y media de coche Manuel me llamó preocupado porque en Almendralejo estaba cayendo la mundial. Yo estaba entrando en el pueblo y efectivamente, había calles inundadas por todas partes y camiones de los bomberos achicando agua. A ver si todavía se suspendía la carrea después de darme el palizón del viaje... Pero no, por suerte la carrera era a las once de la mañana y a las 10:15 dejó de llover. Mi talismán antilluvia funcionaba otra vez.
Mi plan era bajar de 1h35 y acercarme todo lo que pudiera a 1h32, esa era la horquilla de mi objetivo. Si las cosas se ponían feas, era obligatorio bajar mi marca personal en media, que era superdiscreta: 1:39:30. Y el ritmo lo tenía claro 4'20" para el objetivo más ambicioso y si no podía ser bajar como mucho a 4'30".
Así que a las 11 salimos Manuel y yo al ritmo óptiimo de 4'20". Intentamos aguantar ahí todo lo que se pudiera. Yo tenía cierto respeto porque había que bajar marca, pero ningún miedo, así que había que apostar desde el inicio. El recorrido eran dos vueltas de 10,5 kms. En esta primera vuelta salimos del pueblo y nos metimos de lleno en la travesía de Almendralejo dirección norte. Empezó a llover, pero había viento a favor, así que nuestro ritmo en torno a 4'25" no corría peligro. Pero en el km 3,5 giramos en una rotonda volviendo sobre nuestros pasos y con el viento de cara, que soplaba bien. La lluvia nos daba de un lado y picaba. Y nos pudimos hacer una idea de la dureza que nos esperaba.
En el km5 vi un grupito de tres corredores vestidos de amarillo fluorescente que llevaban un ritmo bueno y un paso alegre. Entonces les pregunté por su objetivo, que eran el mismo que el mio y decidí meterme ahí. Fue el momento en que Manuel me dijo que se quedaba, que creía que era un ritmo alto para él y prefería bajar a 4'35" aprox. Y también era ese el momento en que comenzaba la subida gorda del recorrido. No gorda por dura, sino por larga, 3 kilometrazos de subida con algún descansillo.Yo en esta primera vuelta iba pletórico, así que hasta me atreví a tirar del grupeto de los paisanos de Villafranca de los Barros (de allí era el club de la equipación amarilla) y un par de corredores más que íbamos juntos. La verdad es que los tres kms se hacían largos, pero los subí con cierta facilidad bajando un poquito el ritmo, eso sí, entre 4'30" y 4'35".
Y cuando termina esta subida, vuelta sobre nuestros pasos y unos dos kms de bajada hasta el primer paso por meta. Y aquí ya pasé de racanear. Como era bajada, me lancé hacia delante y abandoné el grupeto. Incluso al paso por meta, en un último km en bajada precioso por las calles del centro, me puse por debajo de 4' en varias ocasiones. Luego en el avituallamiento del km11 me paré porque se me desató una zapatilla y tras la parada intenté retomar el mismo ritmo de crucero de 4'20", pero no me salió, el ritmo lo subí a 4'30", sin querer, era lo que me iba quedando. Además ahora el viento sí que hacía daño, no sé si es que era más fuerte o es que yo iba más fundido, pero se notaba mucho más.
Con esta pequeña bajada de ritmo el grupeto que llevaba antes volvió a cogerme. Pero no me adelantaron, me quedé con ellos toda la primera mitad de esta segunda vuelta e incluso hice de locomotora durante algún km. Pero claro, los 3 kms de subida estaban ahí, acechando, y justo al empezarlo uno de los tres corredores del CA Villafranca se escapó con una corredora que iba en el grupo para ayudarla a hacer podio. Y me debí ir con ellos, eso lo supe luego en meta. Son esas oportunidades buenas, que si en carrera estás listo (y tienes fuerza) las pillas, pero lo normal es dejarlas pasar y luego darte cuenta que era el secreto de haber bajado la marca un par de minutos gloriosos. Ellos se fueron y yo me quedé en el grupeto roto, que acabaría desintegrándose, con un ritmo ya bastante discreto de 4'45". Y claro, 25" por km durante 3-4 kms es demasiado, solo hay que hacer la cuenta.
Pero bueno, los 3 kms de subida también terminaron, me crucé con Manuel que no venía muy lejos, cosa que me alegró un montón y ahora quedaba apretar los dientes y sufrir todo lo posible hasta meta. A falta de un km me di cuenta que bajar de 1h35' era ya imposible, lo perdí en esos kms 16, 17 y 18 de subida. Pero aún no me conformé y como si fuera capaz de hacer este último 1000 en 3'30" no me di por vencido y apreté hasta meta en un sprint eterno. Y bueno, eso permitió que la marca final fuera 1:35:29.
Contento, contentísimo. Si bien a la entrada en meta me dio pena el que se me escapara de las manos ese sub1:34 que tuve todo el tiempo a tiro, luego pensé en lo que había hecho, que no era otra cosa que romper mi maleficio de media maratón: había bajado 4 minutos mi marca personal, había estado concentrado en el objetivo durante toda la prueba, siempre controlé el ritmo (excepto la segunda vez que se pasaba por los famosos 3000m de subida) y además no me di por vencido en ningún momento. Cosas que prácticamente nunca había hecho en medias maratones, una distancia que por una cosa u otra se me resitía. tan solo dos minutos después entró Manuel, demostrando que tiene una capacidad de sufrimiento y de recuperación acojonantes.
Y lo importante era que ya estaba mi test de maratón hecho. La media de Almendralejo no era el objetivo. El objetivo se llamaba Maratón de Valencia y estaba a 14 días de distancia.
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